miércoles, abril 22, 2009

El pacto Menem-Kirchner: corrupción en Suiza

Perfil 22/04/2009
http://www.perfil.com/contenidos/2009/04/22/noticia_0033.html


Un acuerdo "político y de hecho"

El pacto de no agresión de Kirchner y Menem en Suiza

Juan Gasparini habló con Perfil.com sobre su último libro que investiga la complicidad de dos ex presidentes.

Por Patricio Erb

“Es un pacto político y de hecho”, así define Juan Gasparini, periodista argentino radicado en Ginebra, el vínculo que une a los ex presidentes Carlos Menem y Néstor Kirchner. En su último libro, "El Pacto Menem-Kirchner. La matriz de corrupción que reúne en Suiza los destinos de los ex presidentes", el autor muestra cómo se organiza un soborno internacional.
Desde Ginebra, Gasparini accedió a dialogar con Perfil.com. El autor de "La Pista Suiza" y "Mujeres de Dictadores", entre otros libros, relató cuestiones claves de una investigación que deja al descubierto el acuerdo “furtivo” que representa la preservación y consolidación de la impunidad política argentina.
-¿Qué lo motivó a escribir el libro?
-El desencadenante fue presenciar y seguir periodísticamente la confesión del arrepentido, el francés Lionel Queudot (broker que relató cómo el grupo francés Thales le habría pagado 25 millones de dólares a Menem) principios de 2004 (...) El hecho que una multinacional francesa como Thales buscara un broker externo a la empresa, pero inserto en la banca suiza para cometer el cohecho, me pareció significativo. Luego descubrí que Siemens y Alston operaban de la misma manera y que las tres firmas tienen contratos por 20.000 millones de dólares en la Argentina.
-Usted marca un momento clave: la salida de Gustavo Beliz del Ministerio de Justicia y, de inmediato, el rechazo del gobierno de Kirchner a firmar un acuerdo con Suiza contra la lucha de la corrupción, el blanqueo de dinero y el terrorismo. ¿Qué hubiera pasado si se firmaba el acuerdo?
-Todo ocurrió bastante rápido, produciendo un concurso de circunstancias y voluntades. El ministro Beliz propició la comparecencia de Queudot en la embajada argentina en Berna para que declarara el 30 de abril de 2004. Al mismo tiempo negoció un tratado de asistencia judicial con Suiza para mejorar la lucha contra la criminalidad económica. Ese tratado hubiera permitido el contacto directo entre magistrados de los dos países para el intercambio automático de información, sin tener que pasar como ahora por los ministerios de Justicia y Relaciones Exteriores de los dos Estados, lo cual posibilita que los ejecutivos tengan un cierto control de los exhortos y comisiones rogatorias. Si Kirchner firmaba, le abría la puerta a que cualquier juez o fiscal investigara de manera sorpresiva y decidió no exponerse a ese riesgo.
-¿Podría decirse que la decisión de no firmar el acuerdo motivó el nombre del libro “El Pacto Menem-Kirchner”?
-La idea del pacto tiene fuentes múltiples. Se trata de un pacto de no agresión en Suiza de dos ex presidentes argentinos. Expresa una actitud funcional de Kirchner a preservar la impunidad de Menem, una forma de consolidar su propia impunidad, en un país cuya banca albergó los famosos 520 millones de dólares de los fondos de Santa Cruz, nunca rendidos en su cabal transparencia. Kirchner decidió no apelar la decisión de la justicia de Ginebra de no entregar las cuentas de Menem a la justicia argentina, y eso también en el correr de aquellos meses vertiginosos de 2004.
-¿El pacto entre Menem y Kirchner fue explícito entre ellos?
-Mi criterio de pacto en este caso es un acuerdo furtivo de las dos partes para que lo que acontece en Suiza no se toque. Es un pacto político y de hecho.
-Para terminar, usted nombra a Thales como arquitecto de la triangulación de sobornos durante el gobierno menemista. También nombra a Siemmens y Alstom. ¿Esas dos últimas empresas emularon el rol de Thales con los gobiernos de De la Rúa y de Kirchner respectivamente? -La coincidencia ha querido que esas tres empresas, como ya dije, han elegido la banca suiza para canalizar sobornos. En Suiza hay investigaciones judiciales que conciernes a las tres firmas por esos hechos. Dichas compañías tienen contratos faraónicos con la Argentina.

lunes, abril 20, 2009

Peronismo = Dengue

Luego de la famosa frase de Prat-Gay: "El resultdo de este modelo económico es el dengue" (www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1116879) les transcribo este artículo.

Diario: Perfil
Fecha: 19/04/2009
Autor: Esteban Peicovich
Link: http://www.perfil.com/contenidos/2009/04/19/noticia_0010.html


El peronismo es dengue y la última de sus cepas es la K

El escritor y periodista trae a Perfil.com su reflexión semanal. "El vudú K. inventó el sacrificio testimonial y otros timos", señala el pensador.



A ver si se entiende. Si Borges los sentenció “incorregibles” y si ellos mismos lo repiten con risueña aceptación, es que son lo trucho absoluto. Lo incambiable. Lo destinado a persistir en negación y obstinado rechazo a mejora republicana alguna.

Cuando se le propone a un peronista que defina que es un peronista, por lo general se despacha con un “el que tiene sensibilidad social”. Y si se lo apura (y es de Carta Abierta) desgrana como texto chamánico “las 20 verdades” que deben cumplirse para serlo de verdad.

Llevarlos a una sana polémica es imposible. Escapan envueltos en frases tan sobadas como “es un movimiento” (también lo es un terremoto). O deslizan (sensibles) “es pasión y corazón”. O, ya en el paroxismo, rematan con ejemplo oportunista: “Boca es peronismo”.

A 70 años de incubado ninguno aceptará que sobran pruebas de que existe una verdad 21 del movimiento: la de que el peronismo es dengue. No es broma: es historia. El primer aedes aegipty se incubó en los cuarteles de la década del 40. Allí encontró las condiciones óptimas para su mortífera misión. Y cada tanto, al mutante de recambio apto para mantener debilitado y en sopor al país.

La última de sus cepas es la incorregible y tozuda cepa K. Brotó de los hielos del sur, ocupó Buenos Aires y desde allí debilitó al país hasta dejarlo hecho el jíbaro fakir que es. Impulsado por su genética dengue, Kirchner asumió el poder no para gobernar sino para quedarse. Para eso convirtió la Constitución en ejemplar para bibliófilos y al presupuesto nacional en privada libreta de Ramos Generales.

Sus peroratas bonaerenses últimas no pertenecen a oratoria alguna. Sube a los trompicones al palco, escupe al micrófono y no suelta idea eslabonada alguna sino montón de culebras, tornillos y petardos. No habla: asusta. Está “del tomate”. Los asistentes parecen inmóviles muñecos con careta de susto. Sólo se reactivan cuando punteros entusiastas flamean cartelitos que dicen “Aplaudir” K. utiliza sintaxis de dengue. Inocula a la mayor cantidad de perplejos y parte raudo a propagar dolores de cabeza y fiebre a más condados.

Cuánta más debilite más posibilidades tendrá de lograr el propósito del partido incorregible: quedarse. Vaya suerte la nuestra. Media humanidad se desvive por alcanzar (apenas) una choza, una cabra, medio pan. La otra mitad (quizás) por llegar a ser persona. Aquí hay que desvivirse por ambas, y por ver de escapar del aguijón. No es fácil. El vudú K. inventó el sacrificio testimonial y otros timos. Pese a que la realidad mantiene reducido a cada argentino a medio, los klonadores electorales del Gran Jefe Dengue buscarán hacer de cada votante dos.

Este es el proyecto. No hay otro objetivo que éste. Pasan otras cosas, pero menudas. La encastillada Casa de Gobierno del Doble Comando no da más que para dolores de cabeza. A los anteriores robos de los relojes de Nicolas Avellaneda y Agustin P. Justo, y lapicera fuente de Roberto Ortiz, se sumó ahora el bastón y la banda presidencial de Arturo Frondizi. No es todo. Dos meses atrás la desidia interior del Museo de la Rosada provocó una rotura de caños con fuga de excrementos de sanitarios del piso superior. Las heces cayeron en cascada penetrando las vitrinas de las bandas presidenciales. ¿Sobre qué nombres cayeron? ¿Hubo justicia postmortem? El misterio ( y el olor) continúan.